¿Dibujar o coordinar? La nueva responsabilidad del arquitecto en la era BIM
- Jon González
- hace 2 días
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por Jon González de G. | Arquitecto
ETSAUN Universidad de Navarra. España
Convalidación Titulo Arquitecto | Universidad de Chile
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Durante siglos, el dibujo ha sido el lenguaje esencial de la arquitectura. A través del plano, los arquitectos han comunicado sus ideas tanto a los clientes —traduciendo conceptos abstractos en imágenes comprensibles— como a los constructores, quienes materializan esas ideas en el espacio físico. Esta forma de representación ha evolucionado en paralelo con los medios técnicos disponibles, desde la tinta y el papel hasta las herramientas digitales de dibujo asistido por computador (CAD), que marcaron un primer gran salto en la eficiencia y precisión del trabajo proyectual.
Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó con la incorporación de las metodologías BIM (Building Information Modeling), que no solo transformaron la manera de dibujar, sino también la lógica misma del diseño, la documentación y la coordinación de proyectos. A diferencia del CAD, que replica el dibujo tradicional en formato digital, BIM propone una forma de pensar el proyecto como un sistema integrado de información tridimensional y paramétrica, que atraviesa todas las etapas del ciclo de vida de una obra. Esta revolución no solo ha impactado a los estudios de arquitectura, sino también a las inmobiliarias, empresas constructoras, oficinas de especialidades y organismos públicos.
En este nuevo escenario, el arquitecto ya no es solo el autor de planos, sino el principal gestor de un modelo complejo y dinámico, cargado de datos que condicionan las decisiones de diseño, presupuesto, ejecución y operación del edificio. Por esta razón, el dominio crítico de herramientas BIM se ha vuelto una competencia profesional fundamental. La calidad del proyecto, su viabilidad constructiva y la eficiencia del proceso dependen, en gran medida, de cómo el arquitecto asuma esta nueva responsabilidad.
Coordinación BIM. Proyecto uso mixto
BIM como paradigma colaborativo
Uno de los aportes más transformadores de la metodología BIM es el cambio de paradigma que propone respecto al trabajo colaborativo. A diferencia de los métodos tradicionales, donde cada especialidad desarrollaba su parte del proyecto de forma relativamente aislada, BIM exige una integración temprana y constante entre arquitectos, ingenieros, constructores y otros actores del proceso. Si bien en muchos proyectos existe la figura específica del coordinador BIM —encargado de la gestión técnica del modelo y de los flujos de información entre disciplinas—, ello no exime al arquitecto de una participación activa y protagónica en este sistema. Por el contrario, el arquitecto que domina las herramientas BIM está en condiciones de incidir con mayor claridad en las decisiones estratégicas del proyecto, anticipar interferencias, verificar la coherencia del modelo y aportar una mirada integradora que dé sentido al conjunto. En este entorno, el éxito del proyecto no depende exclusivamente de la calidad del diseño formal, sino también de la capacidad del arquitecto para trabajar de manera articulada, comprender las implicancias técnicas del modelo y ejercer liderazgo desde el diseño.
Revit como interfaz del pensamiento arquitectónico
Más allá de sus capacidades técnicas, Revit debe ser entendido por el arquitecto como una interfaz que media entre la intención proyectual y su representación construible. Su uso eficaz no radica únicamente en conocer sus comandos o en producir modelos “correctos” desde el punto de vista técnico, sino en saber traducir ideas arquitectónicas en sistemas geométricos, espaciales y materiales que respondan a un criterio de diseño. En este sentido, Revit no sustituye el pensamiento arquitectónico: lo amplifica. Permite proyectar considerando simultáneamente escala, materialidad, normativa, contexto y eficiencia constructiva, todo dentro de una misma plataforma integrada. El arquitecto que domina Revit no es quien simplemente genera modelos complejos, sino quien lo utiliza como herramienta para explorar, verificar y refinar sus decisiones de proyecto con mayor precisión y profundidad. Así, el software deja de ser un fin en sí mismo y se convierte en un medio para pensar mejor la arquitectura.
Impacto del buen uso de BIM en la calidad del proyecto
Cuando el arquitecto emplea herramientas BIM con criterio y dominio técnico, el impacto en la calidad del proyecto es significativo. Un modelo bien estructurado en Revit permite detectar inconsistencias geométricas, interferencias entre elementos constructivos y omisiones documentales antes de que estas se traduzcan en errores costosos durante la obra. Asimismo, la capacidad de integrar datos como especificaciones técnicas, cantidades, condiciones normativas y estrategias de eficiencia energética dentro del mismo modelo, abre la posibilidad de tomar decisiones mejor fundamentadas desde las primeras etapas del diseño. Esta inteligencia proyectual, potenciada por el uso adecuado de BIM, no solo mejora la precisión de la documentación sino que fortalece la viabilidad técnica y económica del proyecto. En última instancia, la calidad arquitectónica ya no se mide solo por el valor estético del diseño, sino también por la solidez del proceso que lo sustenta.
Responsabilidad del arquitecto como emisor de información
En el entorno BIM, la información contenida en el modelo es tan importante como su geometría. Cada elemento modelado arrastra datos que otros actores del proyecto utilizarán para tomar decisiones, estimar costos o planificar la construcción. Por ello, el arquitecto no solo diseña espacios, sino que produce información que debe ser clara, coherente y confiable. Un uso descuidado de Revit —por ejemplo, modelos sobrecargados, parámetros mal definidos o información incompleta— puede generar interferencias entre especialidades, errores en obra o incluso disputas contractuales. En este contexto, el arquitecto asume una nueva dimensión de responsabilidad: ya no se trata únicamente de representar lo que se quiere construir, sino de garantizar que esa representación sea precisa, comprensible y útil para todos los involucrados. Dominar Revit con rigor es, por tanto, una forma de ejercer una práctica profesional más ética, comprometida y respetuosa del trabajo colectivo.
La curva de aprendizaje y el deber de actualización
El manejo competente de herramientas como Revit no se adquiere de forma instantánea ni superficial. Implica una curva de aprendizaje exigente que demanda tiempo, práctica y una actitud constante de actualización frente a las nuevas versiones, flujos de trabajo y estándares de la industria. En un campo como la arquitectura, donde la tecnología evoluciona con rapidez y tiene un impacto directo en la forma de proyectar, el arquitecto no puede darse el lujo de quedar rezagado. Asumir el aprendizaje de BIM no debe verse como una carga técnica, sino como una oportunidad para ampliar las capacidades proyectuales y fortalecer la autonomía profesional. El dominio de estas herramientas no reemplaza la creatividad ni la sensibilidad arquitectónica, pero sí las potencia, al permitir una toma de decisiones más informada, una comunicación más efectiva con el resto del equipo y una ejecución más controlada del proyecto. En definitiva, actualizarse en BIM es hoy una obligación ética para todo arquitecto que aspire a incidir con calidad en el proceso de transformación del entorno construido
Conclusión
En una época donde las herramientas digitales redefinen los modos de diseñar, documentar y construir, el verdadero valor no reside en la tecnología en sí, sino en el uso que se hace de ella. Revit y las metodologías BIM han ampliado enormemente el campo de acción del arquitecto, pero también han elevado su nivel de responsabilidad. Hoy más que nunca, el arquitecto debe ser capaz de integrar pensamiento proyectual, capacidad técnica y criterio informativo para generar modelos coherentes, útiles y rigurosos. Aunque existan roles especializados como el coordinador BIM, es el arquitecto quien da sentido al proyecto, quien articula las decisiones espaciales con los condicionantes técnicos y quien, en última instancia, representa la figura que une el diseño con la realidad construida. Por ello, más allá del dominio operativo del software, lo que realmente importa es cómo el arquitecto, con ética y oficio, convierte a estas herramientas en aliadas para proyectar con inteligencia, precisión y visión integral.
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